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Probablemente una de las partes más interesantes de participar en un evento de calado como el Fun&Serious Game Festival sea la oportunidad de compartir espacio con mentes como la de Alexey Pajitnov, padre del inmortal Tetris. El motivo es sencillo: delante de un recinto lleno de expertos y aficionados pudo responder sin dudar el motivo por el que diseño este título. Sólo quería "divertir y hacer más feliz a la gente".
Los ingredientes fundamentales para que un juego sencillo, visualmente impactante y adictivo haya tenido tanto éxito durante más de tres décadas y ahora sea recomendado para el desarrollo cognitivo de los más pequeños e incluso para prevenir enfermedades como el Alzheimer. Toda una inspiración para proyectos de start ups más humildes que podemos demostrar que una buena historia es mucho más útil que un entorno gráfico extraordinario.
El premio Bizkaia 2015, Tim Schafer (padre de la saga Monkey Island), Patrice Desilets -creador de Assasin's Creed- y Peter Vesterbacka, la mente que ideó Angry Birds fueron los ponentes de las VIT Talks en las que explicaron su particular visión de la innovación dentro de la industria.
Un espacio para los juegos autóctonos
Por otro lado, el Festival dejó espacio entre tanta celebridad y tantos títulos de referencia (entre los premiados destacan títulos como "The Wicher 3: Wild Hunt", "Starwars: Battlefront", "Ori and the blind forest" y "Undertale") a juegos locales. Por lo que nos toca, tenemos que destacar la buena acogida de Euskal Herriko Pilota Birtuala y Sorgina Pirulina.
El primero, gracias al empleo de tecnologías de captación de movimiento y realidad virtual como Kinect y Oculus Rift, recibió más de 500 visitas durante la exposición. Una buena forma de acercase a nuestras tradiciones (¿hay una fecha más indicada que el día de la final del 4 y medio?). Su espíritu innovador y activo hizo que fueran muchos los que se pusieron las gafas para entrar en nuestro particular frontón y entrenar a pelota.
El segundo resultó especialmente atractivo para los más pequeños y sus padres. Un diseño sencillo, una jugabilidad intuitiva y una historia llena de magia hicieron el resto para que muchos se preguntaran cuándo iba a llegar a las tiendas las aventuras de la bruja Pirulina.
En definitiva, una experiencia fantástica en la que pudimos comprobar de primera mano la gran diversidad que tiene la industria de los videojuegos, la gran variedad de públicos a la que acceder y sobre todo la rápida mutación que está viviendo el negocio del ocio: de la pantalla de televisión a las consolas y de las historias meramente visuales a aquellas que pueden aportarles algo más.